La Comisión Europea presentó un plan para desarrollar una red paneuropea de trenes de alta velocidad que conecte grandes ciudades y regiones de forma más eficiente, con el doble objetivo de reducir tiempos de viaje y recortar emisiones de gases de efecto invernadero frente al transporte aéreo y por carretera. La propuesta incluye corredores prioritarios, inversiones en infraestructura y armonización de estándares técnicos, de modo que el tren se convierta en alternativa real para trayectos que hoy dependen casi exclusivamente del avión. La iniciativa se enmarca en la estrategia para descarbonizar el transporte y en el propósito de reforzar la cohesión territorial dentro del bloque.
Si el plan se concreta, podría transformar tanto la movilidad de negocios como el turismo dentro del continente, y acercar regiones periféricas a los grandes centros económicos. También tendría impacto en la planificación urbana, al incentivar la construcción de estaciones intermodales y servicios complementarios. Sin embargo, el costo será elevado y habrá tensiones respecto de qué países se benefician primero y en qué condiciones se financian las obras. La discusión también se cruzará con el debate sobre la transición energética: mientras algunos gobiernos reivindican el tren como emblema de un transporte más limpio, otros alertan sobre los plazos de ejecución y sobre el riesgo de que los beneficios lleguen demasiado tarde si no se actúa con rapidez y coordinación.