Negociadores del Consejo de la Unión Europea y del Parlamento Europeo alcanzaron un acuerdo provisional para incentivar nuevas inversiones en defensa dentro del presupuesto comunitario actual, en el marco de la iniciativa conocida como ReArm Europe. El objetivo es hacer más rápidas y flexibles las decisiones de gasto en capacidades militares, con énfasis en la coordinación entre Estados miembros, la reducción de duplicidades y el fortalecimiento de la base industrial europea. La guerra en Ucrania y la percepción de un entorno de seguridad más volátil han empujado a la UE a reconsiderar su tradicional perfil más civil que militar.

El cambio no está exento de debate: algunos países reclaman que cualquier incremento en el gasto militar vaya acompañado de una fuerte supervisión democrática y de garantías de que no se descuiden prioridades sociales, como la transición ecológica o las políticas de cohesión. Otros sostienen que sin una base de defensa sólida, la propia capacidad de sostener políticas de bienestar y liderazgo climático se vería comprometida. En paralelo, la industria militar europea ve en este giro una oportunidad para consolidar proyectos conjuntos, ganar escala y competir en un mercado global dominado históricamente por proveedores de fuera del continente. El resultado final marcará el alcance real de la autonomía estratégica que la UE dice buscar.