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Washington y los líderes iliberales: el significado del nuevo acercamiento a Viktor Orbán

8 de noviembre de 2025

La visita del primer ministro húngaro Viktor Orbán a Washington, acompañada de elogios públicos por parte del presidente estadounidense, volvió a situar en primer plano la relación entre la principal potencia occidental y los líderes que se definen a sí mismos como promotores de “democracias iliberales”. La imagen de ambos mandatarios reunidos en la Casa Blanca, en un clima de afinidad política, se lee como un gesto con implicancias que van más allá de la relación bilateral.

Orbán se ha convertido, en los últimos años, en una figura de referencia para sectores conservadores que cuestionan el consenso liberal en temas como independencia judicial, libertad de prensa, derechos de las minorías y rol de las instituciones de la Unión Europea. Su acercamiento a Washington es interpretado como una señal de apoyo a un modelo de liderazgo que prioriza el control del Ejecutivo sobre organismos de contrapeso y medios de comunicación.

Para el presidente estadounidense, el vínculo con el primer ministro húngaro refuerza una narrativa interna en la que se reivindican gobiernos fuertes, identidades nacionales marcadas y una agenda de orden y soberanía frente a la globalización. Ese acercamiento, sin embargo, genera incomodidad en aliados europeos que ven con preocupación el debilitamiento de estándares democráticos dentro de la propia Unión Europea.

La reunión también tiene una dimensión geopolítica. Hungría mantiene posiciones singulares en el seno de la UE respecto a la relación con Rusia y a las sanciones por la guerra en Ucrania. Su papel como posible puente o como factor de bloqueo en decisiones clave otorga al gobierno de Orbán un margen de maniobra que aprovecha para negociar beneficios económicos y políticos. El respaldo simbólico desde Washington puede fortalecer esa posición dentro del bloque europeo.

Organizaciones de derechos humanos y sectores de la oposición húngara criticaron la visita, argumentando que legitima prácticas que consideran restrictivas de libertades fundamentales. Desde su perspectiva, la foto en la Casa Blanca envía un mensaje de tolerancia hacia gobiernos que han avanzado sobre tribunales, medios y sociedad civil, en un contexto global donde esas tendencias se repiten en distintos países.

La incógnita es cómo se reacomodará, a partir de este acercamiento, la posición de Estados Unidos frente al retroceso democrático en ciertas regiones. Mientras la administración exhibe firmeza frente a algunos gobiernos considerados autoritarios, al mismo tiempo cultiva relaciones cordiales con líderes cuestionados dentro de su propio espacio de aliados. Esa ambivalencia puede erosionar el mensaje de defensa de la democracia que Washington busca proyectar en el escenario internacional.

© 2025 Octavio Chaparro. Todos los derechos reservados.

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